la esposa de Julio César, no le tiene miedo a la vejez. A pesar de que su belleza será eterna, la brasilera se prepara para el día en que las arruguitas amenazarán sus expresiones faciales.
“Mi celulitis y mis arrugas son cada vez más visibles, pero todo eso me estimula para dejar atrás los prejuicios”, dijo valientemente en una entrevista. A lo hecho, pecho.
La actriz y modelo, de 32 años, sabe que las mujeres acechan al arquero del Inter de Milan, con quien está casado desde hace ocho años. Quizá por eso se siente más tranquila cuando él vuelve a Brasil a jugar por la selección de su país.
Susana hace de su cuerpo un templo al que mantiene en perfecto estado con ejercicios y una correcta alimentación. Es el elíxir de su eterna juventud. Todo sea por mantener viva la llama del amor.
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